08 noviembre 2008

EL reloj de Dalí

Tenía 13 años la primera vez que resucedió. Y cuando digo resucedió sé lo que quiero decir. Cuando somos migajillas lo vivimos continuamente pero el hechizo se desvanece la primera vez que escuchamos "cuando tengas uso de razón".
Aquel no era un Lunes como cualquier otro lunes. Tenía que enfrentarme a la maldita idea de que jamás volvería a verle. Jamás volveré a verte y jamás volverás a verme tú a mí.
Eso le parte el alma a cualquiera. Pero un alma rota es un universo paralelo: un alma rota es un alma despierta y es capaz de ver más allá de lo que no se puede ver. No podía sacarme de la cabeza que tenía que tocar la maldita Meditación de Thäis aquella tarde, obra odiosa-por-excesivamente-pastelosa donde las haya. Me apetecía un carajo, como podréis comprender, y es que en el fondo me daba ocho que ochenta.
No es que lo esperara o que lo estuviera buscando. Porque la vida viene siendo eso: uno se imagina millones de situaciones que le pueden suceder, pero al final acaba pasando la más inesperada de todas. Citando las microfrases del verano de cuatro:

Supera a la ficción, será la realidad


Y no soy una supermujer supermística, no soy la reencarnación de Buda, sólo soy normal, así que cuando me subí al escenario aquel lunes subió aquella Martita acojonada, con aquellas gafas que le hacían parecer John Lennon y ocultando las tetas bajo un gran chaleco negro, como toda niña de 13 años.
Y es normal que nos dé miedo hacernos adultos, porque dentro hay una voz que nos dice: "con lo agustito que estabas tú, ¿pa qué quieres ser adulto? Si es que se les ve en la cara que son todos unos putos desgraciaos..."
No me extraña que los adolescentes sean por definición de origen rebeldes, a ver, si es que estás viendo que están a punto de destrozarte la vida... Es una reacción de lo más natural, y por ahí se le conoce como "instinto de supervivencia". A ver cuándo leches aprendemos a confiar en nuestros instintos, que saben más de nosotros que nosotros mismos.
Y un escenario viene a ser eso; tú, tu acojone, un cacho de madera con cuerdas y un montón de gente abajo, sí, abajo... Para que todos te puedan ver y juzgar a lo grande. Pero claro. Muchas veces se nos olvida que desde allí arriba también los vemos a ellos. A todos ellos. Y de repente, una cara familiar en primera fila.
Era mi padre. Cojones, era mi padre; mi padre, que se había muerto el Miércoles anterior. ¿Cómo podía ser posible? Sí, me diréis que yo lo puse allí. Pero yo os juro que no lo hice, no lo hizo nada consciente dentro de mí, porque gilipollas no soy, y de haber sido así lo hubiera sabido.
Como ya he dicho, las almas rotas ven más allá. Hay que joderse.
De repente no había escenario, no había gente, ni violín, ni música. Sólo Lamartita y su padre. Y Lamartita le advirtió entonces y quien avisa no es traidor:
Papá, hoy te voy a cantar. Te voy a cantar todas las cosas que no sé y que nunca voy a entender. Y no me hace falta saberlas porque te quiero, y eso es lo único que necesito ahora mismo. Tú siempre serás mi luz, y ahora escucha esto


Y le canté la pastelosa Meditación de Thais a mi padre (que por cierto ahora me gusta). Y sinceramente no sé qué le dije: sé que no le dije todo y que se lo dije nada. Y se paró el tiempo y los segundos se estiraban como el boomer kilométrico aquel tan mítico. Todavía hoy no sé explicar lo que sentía: sólo sé que sentía, sentía, sentía, sentía más allá de mí, más allá de él, de todos nosotros. Me estremecía de miedo, de rabia, de dolor y de Amor. Y era todo a la vez.
Cojones, llegué a sentir más allá de la vida y la muerte. Y ese momento no empezó y no acabó. Pasaron horas o segundos y cuando me bajé del escenario la madre de otro niño me dijo:
Has rallado la perfección


Lo tonta que no seré que no sabía si era un cumplido o era que había hecho algo mal: a fin de cuentas, estropear la perfección rallándola no tiene que ser muy bueno, ¿o sí?
Pero en el fondo daba igual: yo no iba a ser como todos esos que se arrepienten por no haberle dicho a sus seres queridos que les quieren antes de que se vayan.

Siento mucho contaros esto porque sé que a muchos les afecta personalmente. Pero es una historia que merece ser contada, es una persona que merece ser contada, alguien excepcional como pocos otros he conocido en mi vida, y todos vosotros lo sabéis tan bien como yo porque sabéis que su corazón era lo bastante grande como para tener más de tres vástagos... todos éramos sus hijos, ¿o no? Lo sabéis tan bien como yo.
Y no voy a ser de la clase de gilipollas que le oculta a sus seres queridos que les quiere, y no voy a ser de la clase de gilipollas que no les dice a sus seres queridos que quiere a los que no están.

Moraleja: que yo os quiero más que a mí, como dijo la Jurado en su día, y que nunca se os olvide que sois lo más grande que tengo y que tendré...
Mi tesssoro!!

2 Comments:

tuttia said...

jodia le vas a poner la lagrima a la sumami cuando lo lea

Anónimo said...

Te puedes imaginar lo que acabo de sentir no soy capaz de expresarlo; los sentimientos no se cuentan se sienten. El nudo en la garganta y la lágrimas ya las llevo puetas. Creerás que lo hiciste ese día sólo fue tuyo y de tu padre, no fue así, no se si al resto de los que estaban allí les llegó pero, yo me sentí dentro de ese círculo, línea o espacio que creaste por no se si segundos, minutos o tiempo indeterminado. No puedo decir cómo sólo puedo poner como ejemplo que fue cómo si mirara por unos prismático, sólo te veía a tí y te escuchaba a tí y algo especial flotaba en el ambiente. he vuelto a sentir algo muy muy parecido el día de tu exámen. Cada vez que tocas para tu padre él viene y te escucha, Me va haciendo falta darte un abrazo de esos tiernecitos de pr la mañana, de los que te recojo con mis brazos y me llens del todo, de esos que te achucho muy suavecito y olerte a recien levantada, ese olor que tienes a mi niña pequeñita ue aún conservas para mí. Te quiero y, a todos vosotros os mando el beso más amoroso que podais recibir hoy. Buenos días queridos mios. sumami

 
RaNasYcALvAs - Templates para novo blogger 2007