una vuelta al clima londinense, después de una semana de tregua

Good enough!
Estoy aquí, sentada a las orillas del Támesis. Acaba de pasar un barco y se oyen las olas romper contra el muro. Si no fuera por la ausencia de olor se podría decir que estoy en un puerto. Y es así como me siento, estoy en el puerto decidiendo aún qué barco coger.
He recogido el report de la Cavatina competition. Ningún halago. No me importa, y puesto que no me importa, no lo voy a enmarcar y llevar siempre conmigo. En el momento tampoco me importaba: no fue una experiencia agradable. Pos eso me ha costado tan poco hacer una bola y tirarlo a la papelera más cercana. Lo único que realmente siento es que la papelera no fuera de reciclaje.
Lo único productivo que he sacado de esa experiencia, de ese report, es que hay muchas cosas que sé y que puedo hacer bien, pero son cosas que siento, en las que creo firmemente. No puedo dar lo mejor de mí misma si no me siento parte de lo que hago, si lo que hago no es parte de mí.
¿Qué sentido tiene entonces una existencia virtuosa y correcta? Mi lógica aplastante está supeditada a lo que siento a fin de cuentas. Chispea y las letras se me borran, pero no me importa. Este momento lo estoy haciendo bien: es mío. Tan mío como yo de él.
¿Por qué ahora mismo es tan poco importante lo que piense de mí cualquiera que pase? Supongo que porque estoy tan convencida que nada de eso importa. Esa es mi determinación y así es como quiero vivir mi vida: con una convicción pasional. Está apretando, cada vez más borrosas y aguadas mis palabras.
Mi determinación, mi instinto. Eso debería ser mi dinamo, a fin de cuentas la responsabilidad pierde valor y se vuelve un sin sentido cuando uno no tiene razones y no sabe por qué ( o por quién) hace.
Quiero satisfacer, pero sobretodo, quiero hacer por mí. ¿Estoy siendo egoísta? Puede, pero eso tampoco importa ahora, ahora que estoy sola y que no hay nadie a quien pueda perjudicar. Supongo que al final todos estamos solos: quien bien te quiere no te forzará a tomar una decisión, eso creo yo. Y es por eso que estamos solos, solos frente a nuestro destino, del que somos 100% responsables. Parece que al final le he encontrado un sentido a la responsabilidad (o ella a mí, jajajaja). Tengo que decidir qué hacer con mi vida el año que viene: tan fácil como quedarme en Londres y conseguir ese sueño que tengo desde los 8 años, que sin duda me hará más libre, o volverme a Sevilla, donde realmente me gustaría empezar una "vida cómoda".
no quiero precipitarme a una u otra, tampoco quiero darle demasiadas vueltas. La respuesta llegará eventually y decida lo que decida sé que seré feliz con el resto, porque ser feliz es un estado que no depende de las circunstancias, sino de cómo afrontarlas. No me da miedo, sé que si creo en esto podré con todo.

No quiero ser adulto, porque ser adulto significa estarse quieto y callado cuando uno viaja en el autobús.
Quiero ser libre, expontánea, única, YO!!!
Y si no encuentro una razón para vivir mi vida, siempre será una vida a medias, una vida coaccionada que no he elegido con plena consciencia. Por eso, pese a que me reprochéis o regañéis, creo que pensar es tan importante. Para algunos será una estupidez, pero para mí es mi medio de vida. Puede que fuera más fácil no darle tantas vueltas a las cosas, buscar un trabajo, comprarme una casa y un marido y tener hijos. Pero ese no es mi sueño, no es mi propósito, NO ES MI META (aunque sé que llegaré a vivir así y seré la mujer más feliz del mundo). Necesito dejarme llevar de un lado a otro para poder llegar al término medio, aunque me parece que soy un péndulo que nunca parará quieto. No quiero decidir una encerrona, no quiero una estabilidad y que todo me dure de por vida, al menos no desde ya, y lo siento mucho, pero la época de rallarse y querer cambiar el mundo ya se me pasó, así que puede que esto nunca se me quite porque realmente sea así.
Cada día cuando me levanto pienso a qué hora llegará ese ratito de clarividencia y de ilusión: es algo que me pasa cada día al menos una vez y no pienso permitir que nada en esta vida ponga eso en peligro. A veces, casi siempre, está en pequeñas cosas: un olor, un color, una mañana con la mandre en la Gran Plaza o una gota de lluvia cachonda que borra mis letras y unas olas de río que chocan contra el muro. Lo siento, pero yo soy una flipada. Sí, lo soy, y además estoy medio loca: me he encontrado con Dios, me he convertido en águila y he compartido la misma materia con un árbol. Me da igual que penséis que estoy loca y que son pamplinas que me dan de vez en cuando: eso no es verdad. Lo que sí es verdad es que sólo os lo cuento de vez en cuando. Yo voy a echarle huevos y voy a conseguir una vida plena siendo yo misma, sin perder mi inocencia y mis fantasías.
¿y tú?